jueves, 21 de enero de 2010

Y las palabras quedaron escritas

Y las palabras quedaron escritas, marcadas en mi mente,
grabadas en mis ojos sin importar el parpadeo,
sin importar que no nos vemos.
Alrededor de lo que hablabas afloraba la ira,
cólera que no pude contener en ti
y lo simple se volvía complejo,
mientras yo pedía que hablemos como nunca, calmadamente.

No fue culpa tuya expresarlo de esa manera,
no te odio ni desprecio por eso
te recuerdo, es cierto;
momentos de tu rostro y labios,la sonrisa que siempre me dirigías
y dónde la encuentro a aquella
y dónde la oculto en mi vida para que no duela.
Los ojos, oscuros como tu cabello, me atravesabas el alma con ellos
y porqué no te olvido si dices no amarme
porqué no me olvidas si dices te dolí.

Ironías de la vida,
debí mantenerme alejada de ti y sin poder hacerlo,
intenté revivir lo nuestro para que ahora te vayas
y ahogues en un vaso con agua.
Tal parece que el resentimiento ganó esta batalla
donde ya no tengo fuerzas para volver a intentar,
donde ya no me importa hacerte razonar,
donde ahora te quiero olvidar.

viernes, 8 de enero de 2010

Ya no és como antes

Como deseo arrancarte de mi corazón,
escribir en un papel lo que siento
y que este absorba la tinta de los sentimientos,
que logre sacarte de mi mente al menos un momento
dormir profundamente y que las lágrimas cesen al anochecer.

Que te entregues en mis brazos va quedando en el pasado
alegrías, miradas, caricias ya son recuerdos que tenemos
deseos, besos aún los quiero y hago pero solo tu mirada esquiva recibo;
no, ya no es como antes.

El principio del fin és acaso tu retorno a mi lado físico,
ruegos que creí perdidos y ocultos en mi afloraron,
una relación prohibida por nadie excepto por nosotros, parece;
entre más te lo pida más me lo negarás.

Llamadas y mensajes, cartas todos los días, adonde fueron los restos de felicidad; aquí solo huele a pena, angustia, resentimiento que parece imposible sanar en ti, en ti, por ti, por ti...
Tristeza en el rostro, ojos humedecidos por el desaire, debí aceptarlo el primer instante, terco corazón que se empeña en vivir para ti, más aún cuando ya no estás,
cuando ya no estás.