jueves, 13 de agosto de 2009

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Las horas tienen que seguir mientras
duermes y yo me quedo escribiendo por ti, para ti.
Lejos, lejos y abrigado te encuentras,
fingir no verte para que no sospeches,
cualquier error es capaz de delatarme, de nuevo.




Presa de tu aliento me encuentro,
la melancolía por lo absurdo tercamente permanece en mí
no es mala suerte, no, estoy segura que no.
No te olvido y el quererte se convierte en mi enemigo
el peor de todos los que he conocido.

Cierro los ojos besando los labios que siempre he amado
te encuentro por momentos, dejo que las horas sean más cortas en sus besos
y luego vuelvo al monitor buscando retroalimentarme por ti.
El corazón palpita y se cansa, se agita y acelera,
sube y baja, es joven y frágil, es tierno y doloroso,
nunca contigo, nunca en tu presencia...
Nadie me conoce como el dueño de mis besos
pero qué es eso si al final parece que no nos entendemos
que la obsesión está latente en mi relación, pero
qué es la obsesión al lado de tu voz.

Risas y gestos que no sabes interpretar,
palabras que no sabes escuchar,
estatua suelo ser frente a ti
y lo remarcas mirándome en cada ocasión,
en el fondo esperas algo,
una amistad acaso será o
dos cariños separados por la intensidad del sentir,
esperas que te dé algo que no podrá ser
y yo espero que vengas a mi en cada atardecer.

Tu palidez en mí


Con tu rostro melancólico y cansado
te veo todos los días,
la palidez y el frió
no te sienta bien, escuche que dijeron por ahí;
no les hagas caso
envidia pura
es mi amor el que te defiende
soy yo la que te quiere.




Punto perfecto a lo lejos
lunar que yo quiero mientras me acerco.
Te abordo y tú lo quieres así,
sutilmente eres mi cómplice
y el mismo mareo cuando te veo aparece,
a veces lo controlo
otras ya lo sabemos.

Besos y caricias son el menú del día,
ya no dejo de pensarlo
y tu aquí hablando,
soñando en mí.
Tiemblo mientras respiras en mi pecho
tiemblo porque en el fondo también tú lo haces,
enciendes mis sentidos con una caricia
y me iluminas con tu palidez, aquel amor
que solo tú sabes irradiar.

martes, 11 de agosto de 2009

Cada vez

La complicidad la noto cada vez que conversamos,
los nervios propios del deseo, del querer,
afloran en cada palabra pronunciada mientras
me cojo el cabello sin siquiera haberlo
planeado como estrategia.

Todo ocurre lentamente hasta que te veo,
por arte de magia los minutos se convierten en segundos
y tu compañia se me hace tan efímera mientras
la rutina envuelve mi corazón hasta verte de nuevo.

Mis manos se pierden en la suavidad de tus cabellos
y de cuando en cuando un abrazo de tu parte
despierta mi inocencia salvaje escondida en lo más profundo,
solo tú sabes que soy así; amo con pasión.

Las manos temblorosas en un instante
se vuelven armoniosas juntas con el paso del tiempo,
disfruto de tu compañía y de tu vida
esa que a me cuentas y confías mientras
te escucho como a nadie,
a nadie, a nadie.

La noche siempre la hemos tenido de fondo
en nuestra historia que apenas comienza,
en el fondo se que ha sido un preámbulo,
un prólogo de lo que vendrá.

Te quiero, sí, lo acepto.
Aún sigo con las notas antes de tu partida,
con la amargura de la despedida
que supe envolverla y tragarla para mis adentros.
El juego de nuestras vidas apenas va por el primer nivel
pero cuanto recuerdo me traen tus besos, esos deseos
y la sensación de que lo nuestro no sería eterno,
al menos, no en ese momento.

Me descubrieron hablando contigo...

Me descubrieron hablando contigo sin tu presencia,
te miraba y pensaba en tu sonrisa,
en aquella tierna mirada que solo yo conosco.

Preferí caer en el disimulo
y cantar una canción para
despistar a los despistados.
Ya te he vuelto a sentir en mi pecho
y el pecado se hace tentador de nuevo,
tus labios que llaman a los mios
y es inevitable no volver a sentirlo,
a sentirlos.

He sido tan feliz a tu lado
aunque tan poco haya durado,
los temores me envolvieron, lo acepto,
y decidí dar paso al costado
alejándome de tu cuerpo y sentimientos.

Me has besado como nadie lo imagina,
he viajado mil años luz a tu lado
y al final he vuelto a caer en el mismo sitio
pero esta vez, acompañada por la soledad de tus recuerdos.

Te he pedido que vuelvas en silecio
cada vez que te miro,
sabes que me cautivas, que tus ojos
como dos imanes magnetizan mi sentir
y mueves mis sentidos como te plasca.

No me importa lo pasado excepto
que fui yo quien te tuvo,
como algo pasajero, lo sé
pero te llevaste el amor que en mí nacía.
He decidido romper el silencio
y decirte cuanto aún te quiero
ya lo ves, que sigo siendo una completa testaruda
que no sabe que hacer y mucho menos
en qué pensar.