Y las palabras quedaron escritas, marcadas en mi mente,
grabadas en mis ojos sin importar el parpadeo,
sin importar que no nos vemos.
Alrededor de lo que hablabas afloraba la ira,
cólera que no pude contener en ti
y lo simple se volvía complejo,
mientras yo pedía que hablemos como nunca, calmadamente.
No fue culpa tuya expresarlo de esa manera,
no te odio ni desprecio por eso
te recuerdo, es cierto;
momentos de tu rostro y labios,la sonrisa que siempre me dirigías
y dónde la encuentro a aquella
y dónde la oculto en mi vida para que no duela.
Los ojos, oscuros como tu cabello, me atravesabas el alma con ellos
y porqué no te olvido si dices no amarme
porqué no me olvidas si dices te dolí.
Ironías de la vida,
debí mantenerme alejada de ti y sin poder hacerlo,
intenté revivir lo nuestro para que ahora te vayas
y ahogues en un vaso con agua.
Tal parece que el resentimiento ganó esta batalla
donde ya no tengo fuerzas para volver a intentar,
donde ya no me importa hacerte razonar,
donde ahora te quiero olvidar.
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