Cuando me enteré que el director de las aclamadas Filadelfia y El Silencio de los Inocentes, Jonathan Demme, había dirigido el documental Stop Making Sense, me dije que tenía que verla. Exhibiendo su melomanía, Demme rodó este documental basado en el grupo norteamericano Talking Heads, una de las bandas más representativas del rock new wave.
Filmado en el teatro Pantages de Hollywood, Stop Making Sense recoge una serie de conciertos realizados en diciembre de 1983. Bastaron tres noches y siete cámaras para convertirlo en uno de los directores de cine musical más interesantes de todos los tiempos. Claro está que el resultado final no es solo mérito suyo. La genialidad de David Byrne (voz principal y guitarra) para trasmitir el estilo y elegancia de la banda se va sintiendo al transcurrir las canciones.
Desde el inicio del filme se hace notoria la innovación que Demme tiene preparada: la cámara siguiendo los pies de Byrne, quien guitarra en mano y radio cassette en el piso, ofrece una magistral ejecución de “Psycho Killer”. Al pasar las canciones los demás integrantes de la banda van apareciendo en el escenario hasta completarse para dar vida a la famosísima e impecable “Burning Down the House”. Si bien la canción en sí es estupenda, en el concierto toma otra dimensión. La percusión es realmente asombrosa, Tina Weymouth con el sintetizador también lo es, la batería es potente y Byrne luce con una vitalidad que parece inagotable; simplemente dan ganas de bailar, saltar, cantar, gritar a todo pulmón: ¡Burning down the house! Demme se encargo de transportarme a ese momento. Con su intencional desaparición del público y centrándose en la banda, uno se vuelve un miembro más del grupo.
Mención aparte es “Once in a Lifetime”, una de sus primeras canciones con el poder que tendrían los videos musicales durante los años 80. Sensacional de principio a fin y donde Byrne puede lucirse pues toda la canción gira en torno a él. Una gran cantidad de tomas largas y fijas ayudan también a un mayor enfoque en el grupo y a resaltar sus virtudes.
“Girlfriend is better” es otra canción destacable en el documental, los ondulantes movimientos de Byrne, el acompañamiento de una banda incansable y el efecto de las sombras de los músicos en el escenario –mérito de Demme– hacen que uno simplemente disfrute la canción y se pierda en esas sombras que cobran vida en el concierto. Tengo en mi mente grabada los juegos de luces, la gente divirtiéndose y a dos genios que hicieron de ese documental algo inolvidable.
Filmado en el teatro Pantages de Hollywood, Stop Making Sense recoge una serie de conciertos realizados en diciembre de 1983. Bastaron tres noches y siete cámaras para convertirlo en uno de los directores de cine musical más interesantes de todos los tiempos. Claro está que el resultado final no es solo mérito suyo. La genialidad de David Byrne (voz principal y guitarra) para trasmitir el estilo y elegancia de la banda se va sintiendo al transcurrir las canciones.
Desde el inicio del filme se hace notoria la innovación que Demme tiene preparada: la cámara siguiendo los pies de Byrne, quien guitarra en mano y radio cassette en el piso, ofrece una magistral ejecución de “Psycho Killer”. Al pasar las canciones los demás integrantes de la banda van apareciendo en el escenario hasta completarse para dar vida a la famosísima e impecable “Burning Down the House”. Si bien la canción en sí es estupenda, en el concierto toma otra dimensión. La percusión es realmente asombrosa, Tina Weymouth con el sintetizador también lo es, la batería es potente y Byrne luce con una vitalidad que parece inagotable; simplemente dan ganas de bailar, saltar, cantar, gritar a todo pulmón: ¡Burning down the house! Demme se encargo de transportarme a ese momento. Con su intencional desaparición del público y centrándose en la banda, uno se vuelve un miembro más del grupo.
Mención aparte es “Once in a Lifetime”, una de sus primeras canciones con el poder que tendrían los videos musicales durante los años 80. Sensacional de principio a fin y donde Byrne puede lucirse pues toda la canción gira en torno a él. Una gran cantidad de tomas largas y fijas ayudan también a un mayor enfoque en el grupo y a resaltar sus virtudes.
“Girlfriend is better” es otra canción destacable en el documental, los ondulantes movimientos de Byrne, el acompañamiento de una banda incansable y el efecto de las sombras de los músicos en el escenario –mérito de Demme– hacen que uno simplemente disfrute la canción y se pierda en esas sombras que cobran vida en el concierto. Tengo en mi mente grabada los juegos de luces, la gente divirtiéndose y a dos genios que hicieron de ese documental algo inolvidable.
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