Y tu recuerdo me vino de improviso
entre la aparente calma de un atardecer
que observo desde la ventana de mi trabajo
un leve movimiento de las hojas
nubes a lo lejos
sueños de un deseo
entre la calma de una inmadura noche
te sentí nuevamente en el pecho.
Ya no me detenían ni me instaban a recordarte
pero esta vez fue distinto
y te pude sentir como cuando
te sostenía en mis brazos
y el tiempo se detenía
en aquellos fines de semana nuestros,
esos días
eras luz con tu sonrisa
y el contraste entre tu piel y la mía
tiernamente desaparecía.
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