Y de pronto, al ver el televisor prendido,
me percato que me había perdido
en mis pensamientos,
quizás deba sincerarme y aceptar
que andas en mi mente todo el tiempo.
No hay sorpresa en ello,
lo sé porque cada vez que te veo
resulta más evidente mi sentir hacia ti,
debilidad que no puedo ni deseo controlar
la caricia sutil,
la mirada sostenida
la suave respiración que siento
cada vez que me hablas al oído.
No sé si soy la única que lo experimenta
no sé ni siquiera cómo explicar
este cúmulo de emociones,
de pequeñas sensaciones
cuando sonreímos.
¡Detengan todo!
Saben, es allí donde deseo permanecer,
pernoctar y despertar,
sentirte en mis manos y labios
mientras juegas con mi cabello,
ligeros sobresaltos tuyos
que me permiten renovarme
y adentrarme en tus más íntimos secretos,
embriagados de afecto esta noche
sin importar que quizás sea un sueño,
teniendo claro que eres tú
lo más real que siento en mi pecho.
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